Ferrer va mucho más atrás, cuando afirma que la globalización tiene una antigüedad de cinco siglos. Para este autor, “el surgimiento del primer orden global coincidió con un progresivo aumento de la productividad, inaugurado con el incipiente progreso técnico registrado durante la Baja Edad Media. La coincidencia de la formación del primer orden económico mundial con la aceleración del progreso técnico no fue casual. La expansión de ultramar fue posible por la ampliación del conocimiento científico y la mejora en las artes de la navegación y la guerra”(FERRER, 1998).13 Por su parte, Marx y Engels en el Manifiesto ya señalaban cómo, “espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes”(MARX, 1983: 31).14 Es interesante resaltar cómo los fundadores del socialismo científico, ya a mediados del siglo XIX preveían la inexorable “globalización” del modo de producción capitalista, gracias al “rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación...”(MARX, 1983:32).
Posteriormente, los marxistas de comienzos del siglo XX continuaron el análisis de la “globalización” del capitalismo como modo de producción, al interior del cual, según su interpretación, maduraban las contradicciones que lo llevarían a su fin. En los escritos de Lenin, Bujarin, Luxemburgo y otros se muestra cómo en los comienzos del siglo XX el capitalismo de libre competencia había entrado en su fase imperialista, caracterizada por el dominio de los monopolios y el expansionismo económico y político de unas cuantas potencias hacia el resto del mundo. Este capitalismo monopolista, al asociarse al poder del Estado, daría como resultado el capitalismo monopolista de Estado que, según los marxistas, era la antesala del socialismo. Continuando con este razonamiento podríamos decir que si la fase monopolista del capitalismo se tradujo en la consolidación del imperialismo, la fase transnacional del capitalismo monopolista corresponde a lo que eufemísticamente se conoce hoy en día como “globalización”, uno de cuyos rasgos es la reducción del papel del Estado a simple guardián del mercado.
De esta manera, todo parece indicar que el fenómeno de la globalización tiene sus raíces en los comienzos mismos del sistema capitalista; no obstante, sus características en la actualidad son cualitativamente distintas a las observadas antes de la segunda guerra mundial en el siglo XX, así su esencia en principio siga siendo el expansionismo, el sometimiento y la explotación.
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