jueves, 8 de octubre de 2009

LOS PAÍSES EN DESARROLLO FRENTE A LA GLOBALIZACIÓN

Uno de los rasgos característicos de la actual división internacional de trabajo es que a medida que los países menos desarrollados se insertan en el torrente de los flujos financieros, mercantiles y de conocimiento a escala mundial, sus economías se vuelven cada vez más vulnerables. Esta vulnerabilidad, según Ocampo, se debe entre otros factores a las “asimetrías básicas en las estructuras financieras y en el funcionamiento macroeconómico, en particular en la profundidad del desarrollo financiero y en el grado de autonomía macroeconómica de los países” (OCAMPO, 2001a: 5). Las posibles oportunidades que ofrece la globalización a los países menos desarrollados se ven truncadas por “el carácter incompleto y asimétrico del actual proceso de liberalización de los mercados”, lo cual obedece a que “los países industrializados mantienen una alta protecció a los productos agrícolas y a los bienes industriales intensivos en mano de obra y, especialmente, en que no existe libertad para la movilidad de mano de obra, especialmente de mano de obra no calificada.28 La producción agrícola es, además, objeto de subsidios masivos en el grueso de los países industrializados” (OCAMPO, 2001c). Por su carácter apendicular las economías en desarrollo, que constituyen la mayoría de naciones del mundo, pierden cada vez más autonomía al momento de decidir las estrategias de crecimiento a mediano y largo plazo.

De ahí que su inserción en los mercados internacionales y, en general, en la división internacional del trabajo, está supeditada a la estrategia económica y geopolítica de las corporaciones transnacionales y de lo países de donde son originarias. Aparte de la participación tradicional en la división internacional del trabajo en calidad de proveedores de bienes primarios, la inserción de los países menos desarrollados en los mercados internacionales se está dando cada vez más bajo el control directo del capital extranjero, a través de las industrias de ensamble o la “maquila” de insumos importados. Si bien es cierto que este esquema de inserció utiliza algunos insumos y recursos locales, el valor agregado doméstico es mínimo y el proceso tecnológico, así como los mercados son controlados por las empresas extranjeras. De esta manera, los sectores claves de l industria local se desarrollan no de acuerdo con las necesidades de cada país o región en desarrollo, sino en concordancia con la estrategia global del capital transnacional. El resultado es que a medida que las economías en desarrollo logran alguna mejoría de su presencia en los mercados internacionales, se acentúa el grado de control por parte de las empresas transnacionales, no solo en el aspecto económico y tecnológico, sino también en el político.

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